Entre los materiales o superficies con las que se trabaja de forma habitual se encuentran el papel, algunos tejidos, plásticos, metal o madera.
Cuando se aplica calor y presión, las partículas sólidas de la tinta se transforman en gas, el cual se adhieren al polímero presente y posteriormente cambian de nuevo a estado sólido.
Las alta temperaturas utilizadas en el proceso de sublimación, dan lugar a la apertura de los poros del polímero dejando paso al gas.
Tras retirar la fuente de calor del objeto, este procede a enfriarse y los poros se cierran, el gas se convierte en sólido y pasa a formar parte del polímero. De esta manera, las partículas de la tinta no podrán eliminarse, por lo que apenas sufrirá desgaste alguno.
Es importante que entendamos que los fluidos almacenados en los cartuchos no son tinta, sino un líquido portador de la misma. Al aplicarse calor sobre el papel de transfer, el portador se adhiere al papel mientras que la tinta se transfiere del papel a la superficie del objeto.
Las partículas delas tintas están diseñadas para adherirse solamente a los polímeros, de manera que, en concentraciones elevadas de poliéster, se agregará más tinta al mismo, por lo que la imagen del final será más brillante. Por este motivo, resulta imposible subliminar correctamente tejidos de algodón.
De todas maneras, materiales como la cerámica, el cristal y el metal, se revisten con polímeros previamente para poder ser utilizados en el proceso de sublimación.